Columna | 06 de mayo de 2025
Una mañana cualquiera se convirtió en pesadilla para una madre y su hijo en la colonia General I. Martínez, en la capital potosina. Mientras se dirigían al colegio, una camioneta tipo Jeep blanca los embistió brutalmente para luego huir del lugar. La responsable, una mujer que según testigos conducía sin el menor atisbo de empatía, abandonó la escena dejando atrás no solo un vehículo dañado, sino a dos personas lesionadas —una de ellas, un menor de edad— y una defensa colgando que simboliza, irónicamente, la fragilidad de la justicia en nuestra ciudad.
El accidente ocurrió entre las calles Scop y 18 de Marzo, cerca de la pastelería “Kerubines”. La víctima ha solicitado el apoyo ciudadano para identificar a la responsable, pues ni las cámaras ni la autoridad han sido suficientes hasta ahora. La camioneta implicada portaba placas UXH-401-D y huyó como si nada. ¿Cuántos casos como este quedan invisibles porque los sistemas de vigilancia no funcionan, porque nadie responde las llamadas, porque la impunidad tiene más velocidad que la ley?
La historia ha comenzado a circular en redes sociales. Es un grito de auxilio, de frustración, de hartazgo. La mujer afectada, con la voz entrecortada, lamenta la indiferencia de quien pudo detenerse, asistir, asumir su responsabilidad. Pero no lo hizo. Y eso habla también de una ciudad donde las normas se rompen sin consecuencias, donde los accidentes viales ya no solo son tragedias, sino síntomas de una sociedad sin freno moral.
Lo que está en juego no es solo la búsqueda de una conductora fugitiva. Es la exigencia de que vivir en San Luis Potosí no signifique estar a merced de la irresponsabilidad ajena y la indiferencia institucional. Que salir por la mañana con tu hijo no te condene a volver en ambulancia, ni a gritar por justicia desde un muro de Facebook. Porque mientras las autoridades callan, los ciudadanos cada vez confían menos. Y eso, como este accidente, también duele.